Mi hija mayor tiene 13 años y todas las posibilidades a su alrededor. Eso es lo que quiero que sepa con certeza e interiorice para que el hecho de ser mujer no sea un freno ante su desarrollo personal y profesional. Quiero que esté convencida de que podrá lograr lo que se proponga, si le mueve la pasión y trabaja para conseguirlo.
Pero la verdad es que será más difícil para ella que para su hermano. Social e inconscientemente, los adultos, tantos padres (¡y madres!) como profesores (¡y profesoras!), reaccionamos de forma diferente ante la misma acción de una niña y un niño. Nosotros mismos estamos educando y depositando expectativas diferentes según el género.
Leer artículo completo en El Mundo, Nora Kurtin, Sapos y Princesas, 8/3/2015
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